miércoles, 10 de julio de 2013

Uno de los episodios más emocionantes del proyecto de Búsqueda de Vida Extra Terrestre, o SETI por sus siglas en inglés, ocurrió el 15 de agosto de 1977, cuando el astrónomo Jerry R. Ehman, quien trabajaba en el radiotelescopio Big Ear de la Universidad Estatal de Ohio, EUA, detectó una señal de ondas de radio poco común. La intensidad de las señales electromagnéticas recibidas por el telescopio hasta ese momento se registraban en una computadora y se imprimían en papel, cuya baja intensidad se grababa con números del 0 al 9; sin embargo, también estaba programada para que en caso de que este se incrementara la computadora usaría letras, donde el número 10 era A, el 11 era B, y así sucesivamente; la cifra que Ehman encontró impresa en los resultados fue 6EQUJ5. La transmisión duró dos minutos y medio de duración, en el rango de los 1,420 MHz, 30 veces más potente que la radiación cósmica promedio. Los datos registrados en papel fueron tan notables, que el propio Ehman de manera espontánea los encerró con un trazo de tinta color rojo y escribió a su lado la exclamación “wow!” A partir de entonces se le conoce con este nombre, sin embargo no sabe prácticamente nada sobre su origen –la procedencia se ha calculado en los alrededores de la constelación Sagitario–, aunque el fenómeno no ha vuelto a repetirse.

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